viernes, 15 de julio de 2011

LA FRUSTRACIÓN DETRÁS DE LA VIÑETA



         En el año 2002, Frank Miller entrevistó durante tres días a Will Eisner. Por supuesto, de lo único que hablaron fue de cómics. Todo estaba planeado para concebir un libro de no ficción en el que el padre de la novela gráfica y uno de sus más retorcidos exponentes cercenaran el género. Sin embargo, debido a las desorbitantes horas de grabación, el libro se publicó cuatro años después de ese encuentro, unos meses después de que el splash page de la vida de Eisner acabara de rotularse. Hasta esa fecha, el creador de The Spirit nunca dejó de hacer cómics y, con todos esos años en la industria, era una especie de almanaque biológico de la cartografía de la historieta norteamericana. El viejo Eisner había visto la historia del género frente a sus ojos porque, al fin y al cabo, era su propia historia.

En la mitad de Eisner/Miller, el resultado textual de la transcripción a esa entrevista, Will Eisner le dice a Frank Miller que el problema privativo de la industria del cómic es esa mentalidad esclavista que tiene hacia los dibujantes, esa expropiación de creatividad que ejerció por más de medio siglo sobre importantes artistas. De ahí en adelante, el diálogo que llevaban transmutará su temática académico genérico y se deformará en un pelambre poblacional sobre la historia del cómic. Aparecerán nombres y situaciones descabelladas, puñaladas por la espalda, actitudes cobardes de próceres de la historieta, la figura de Jack Kirby como el gran perdedor, editores contratados por la mafia y, como resultado de todo, la infinita frustración de los dibujantes. Eisner parecerá más un opinólogo de la farándula que un estudioso del medio. A pesar de esto, el viejo Will Eisner no mentía, solo retrataba el making off de la viñeta, algo tan real y escabroso como macabro: la injusta condena de los dibujantes al olvido. Y al leer la segunda parte de Eisner/Miller, es inevitable no pensar en la novela gráfica que desentrañó con ironía ilustrada estas situaciones: Pussey! de Daniel Clowes. 

Hace más de veinte años que Clowes viene saturando el género del cómic, desde que cimentó su obra de los desechos del underground. Con el tiempo, se ha vuelto un referente inapelable para comprender el desarrollo del medio. Pussey!, una de sus producciones más piola, es una radiografía medular al sórdido funcionamiento del dispositivo editorial. A través de un conjunto de historias autoconclusivas, esta narración gráfica exhibe los momentos substanciales de la vida de Dan Pussey, un nerd crónico que ha hecho de los cómics su paradigma existencial. Dibujante profesional, fanático patológico e inadaptado sociosexual, Pussey revolotea entre el aparente reconocimiento de sus pares y el desarraigo de una sociedad que no comprende su fanatización. A todas luces, es un perdedor. Una particularidad que se intensificará cuando la editorial que lo exaltó a la popularidad lo tire al vacío de la frustración.

Pussey! revela el canibalismo competitivo que se esconde detrás de las viñetas, esa carnicería industrial que nadie ve por las rotulaciones y el entintado. Clowes utiliza el género para denunciar a las editoriales que fructifican con el género. Por ello, sus personajes son una alegoría bien ajustada al fragmento de la realidad que hay en la producción de toda historieta. Pero también, está esa manía del autor de Eigthball de delinear el fracaso, de cincelar el pozo de la degradación humana. Porque Pussey!, aparte de aludir al funcionamiento de los engranajes de la maquinaria editorial, encarna la aniquilación desmoralizadora y la decepción de esos dibujantes de los que hablaba el viejo Will Eisner. Dibujantes reales que se resignaron a subsistir en los contornos de una corporación que no los beneficiaba, solo para desarrollar lo que realmente los apasionaba en sus miserables vidas.    

Camilo Tapia

Link de descarga Pussey!:

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